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- "Yo, yo y más yo"
¿Cómo salir como colectivo, si todos somos un "yo", donde no hay un nosotros y la fragmentación es moneda corriente?
Hemos comprado la cultura del individualismo, del ser único maravilloso y que cuanto más único, solitario y "auténtico", "más mejor".
Ya casi por naturaleza, creemos en el liderazgo cuasi mágico, donde el Mesías de turno, nos llevará al éxito, ya que salir adelante como colectivo es imposible.
Se nos ha asediado desde todos lados, nos han hecho creer desde todos lados, corrientes, cine y cualquier forma masiva de comunicación, que desde esa individualidad, desde ese individuo único irrepetible, ese “yo” ideal, le permitirá a la sociedad toda, el colectivo, el Estado, salir adelante con un éxito garantido.
Esta forma de adoctrinamiento, digamos, corriente "mono social", es ley, y la verdad que estoy cansado de ver como personas de diversas edades, replican y reproducen, inconscientemente, al estar adoctrinados desde el vamos, que son únicos, que hay que aceptar como son, tal cual se muestran, sin filtros o tapujos, pasando por arriba a otras personas o colectivos, pregonando la postura del "yo, yo, yo y más yo". Donde no hay más mediación que el "estás con migo o estás contra mí", en una especie de verdad absoluta, irrefutable e inmutable.
Esto lo veo en el cotidiano, desde el político más anquilosado en su chacra de poder, siendo el más versado para muchos, hasta el hombre de a pié, siendo éste último, donde me incluyo, por compartir ese mismo suelo, donde el problema radica y se hace más preocupante. Ya que éste último, ha llegado una fragmentación superior, se mueve en una ínfima tribu, donde sus pocos "yo" comunes, se aglutinan, casi por error digamos o por la simple condición biológica de vivir en sociedad, donde el rose social, es ineludible claramente, ya que viviendo en sociedad, no podemos huir a estar juntos como especie humana.
Ver personas confrontar, sin ningún tipo de solidaridad o empatía por el otro, prácticamente vomitando palabras que salen del cerebro directo a la boca, sin tener contemplación o filtro.
Está claro que no debemos vivir en una especie de autocensura, donde a cada palabra tengamos que cuidarnos de lo que está considerado “políticamente” incorrecto en base a la sensibilidad de turno y que claramente somos individuos. Pero en esa especie de fuerza centrípeta, que todo lo lleva al "yo", no podemos, no debemos dejar de mirar al de al lado o al que nos acompaña. No ser conscientes del otro, hace que no nos reconozcamos a nosotros mismos. Ya lo decía la inscripción en el oráculo de Delfos "Conócete a ti mismo", que luego en el Alcibíades de Platón, mediante metáfora, nos explica cómo es posible conocerse a uno mismo, mediante la observación de nuestro reflejo en el ojo del otro. Cosa que no hace más que mostrarnos que para uno poder aprender a conocerse a si mismo, debe mirarse en el reflejo del otro, para comprender así, los errores de uno mismo, aprender y ser mejores.
Dejemos de lado ese "yoismo" sin sentido, donde “yo” soy el que está en lo correcto y todos los demás están errados, donde las cosas se deben hacer a mi manera, porque lo digo "yo" y el resto está equivocado, prestemos un poco de atención al que tenemos al lado, seamos más tolerantes y solidarios, comprendamos que esto que vivimos hoy día, se sale adelante como un colectivo que suma individualidades, si, pero que esas individualidades han comprendido que para poder hacerlo, hay que estar juntos en forma consciente y no esperar que el Mesías o el iluminado que nos toque históricamente, nos salvará de forma cuasi mágica, para luego fragmentarnos aún más, masticarnos y vomitarnos, por no habernos dado cuenta antes.
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